Oficio de Isla en Sauto

Oficio de Isla llegó a Teatro Sauto (MN) . Allí la espectacularidad de la puesta, concebida por Osvaldo Doimeadiós, demostró su eficacia.

Oficio de Isla llegó a Teatro Sauto (MN), que no es su sede. Allí la espectacularidad de la puesta, concebida por Osvaldo Doimeadiós, demostró su eficacia en cada una de las tres funciones, que siempre fueron distintas, y se adaptaron a las circunstancias.

La pieza está inspirada en el viaje de 1 273 maestros cubanos a la Universidad de Harvard, en el verano de 1900. Se trata de un hecho olvidado, que el cineasta y actor Arturo Soto, quien por cierto representa a Mr. John Power, revela en su texto Tengo una hija en Harvard. Este potencia la estructura perfomática, a la que se integran coreografías, instalaciones, fragmentos de una pieza esencial del teatro bufo de Ignacio Sarachaga. De esta manera, nos lleva a un viaje por la identidad; desde la belleza, lo visceral, lo referencial; en una metáfora profunda de la nación; con la complejidad ideológica, lo intercultural y social de esa época en que nace la República, inmersa en la traumática ocupación norteamericana.

Oficio de Isla, puesta en escena concebida por Osvaldo Doimeadiós, nos lleva a un viaje por la identidad; desde la belleza, lo visceral, lo referencial; en una metáfora profunda de la nación.

Ver en una institución como el Sauto un espectáculo de esta magnitud, ahora que se habla tanto de un presupuesto que no alcanza, es un privilegio que se merece Matanzas, por la simple razón de que la diversidad de estilos y estéticas nos muestra los distintos caminos de la escena nacional, y porque el diálogo con el teatro nuestro de cada día es imprescindible.

Deben destacarse varios aspectos válidos de Oficio de Isla: su nivel de referencialidad, que nos lleva de los primeros días del siglo XX a la contemporaneidad, con inteligencia, creatividad y belleza, desde la sensibilidad creativa.

La metaforización de la realidad, la historia y la tradición, desde el teatro, la música, la danza y una visualidad minimalista e impactante.

La implicación musical y danzaria en el espectáculo, como parte indisoluble del mismo, y como esencia de los conflictos generados por las circunstancias históricas, en que lo español, lo cubano y la influencia norteamericana confluyen en una batalla atroz.

La vitalidad de los músicos, que no solo demuestran su eficacia en escena, su capacidad para actuar, sino su calidad como intérpretes y su histrionismo.

Cuerpo, gestualidad y diálogo, siempre sugerente de los actores, que pasan de lo cómico a las situaciones dramáticas, conforman signos que reconstruyen un imaginario, desde lo teatral, de la complejidad social en la que se adentra.

En la obra, el dolor o la ironía de los personajes develan un texto vivo que nos lleva a preguntas y respuestas, o a preguntas que siguen incidiendo en la realidad y constituyen un motivo para aplaudir.     

     

Entre los aspectos válidos de Oficio de Isla sobresalen su nivel de referencialidad, que nos lleva de los primeros días del siglo XX a la contemporaneidad, con inteligencia, creatividad y belleza

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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